Un emplatado "
asinomás" me fastidia. Hacía tiempo que no pagaba un mal servicio como éste...
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Si hay algo que caracterizaba a La Pasiva eran sus panchos. ¿Quién no escuchó hablar de sus panchos y su peculiar mostaza?
Increíblemente su calidad cambió y nada más ni nada menos que en Piriápolis, destino turístico si los hay. Una hamburguesa arrebatada, es decir, cruda por dentro y quemada por fuera y con los restos de la plancha sucia, papas fritas refritadas en aceite viejo, los pomos de mayonesa y ketchup reutilizados mil veces, los platos y vasos sucios y el mozo que si bien tenía buena onda, bostezaba y tenía la mirada de quien está bastante embolado.
Si, creo que la palabra que mejor lo describe es increíble, porque este local fue un icono del buen comer, sin entrar en restaurantes elegantes y/o temáticos.
Si bien La Pasiva es una franquicia, parece carecer de los elementos básicos que se cuidan en tales negocios: igual calidad en todos los locales de la franquicia (servicio, calidad de la comida, forma de cocción, etc). ¿Cómo es posible que el elemento fetiche de esta marca haya sido tan menospreciado? ¿En qué tendrán la cabeza sus propietarios cuando eligen decepcionar de forma tan flagrante al cliente que llega atraído por su fama?
¿Sabrán que los negocios no se funden por falta de clientes sino porque cuando abundan los clientes, en el frenesí, pierden los elementos que los hicieron justamente famosos? Buena comida, buen servicio, limpieza, precio acorde, los panchos...LOS PANCHOS DE LA PASIVA... qué tiempos aquellos....
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Colaboró La vengadora del marketing, que todavía me sigue puteando por parar para almorzar 45 km antes.